sábado, 31 de mayo de 2008

La transformación de los procesos de trabajo, Manuel Castells

En torno a la transformación de la nueva economía se transforman también los procesos de trabajo. El nuevo trabajo se caracteriza por la autonomía del trabajador en la toma de decisiones y en la relación con otros trabajadores funcionando en la red. Esto exige al trabajador saber qué hacer con la información que necesita, dónde buscarla, cómo relacionarse con otros elementos en red y tomar decisiones en tiempo real.


a. Trabajadores altamente cualficados y flexibles


El trabajo cualificado aparece como la fuente de creación de valor más directa. Por lo tanto, el recurso fundamental que buscan las empresas más dinámicas es el trabajador altamente cualificado. Quien tiene dinero pero no tiene ideas, pierde el dinero; quien tiene ideas, encuentra el dinero. Por tanto, la inversión en profesionales con talento es la inversión fundamental para las empresas.

Pero, además, el trabajador debe tener otra característica: la capacidad de cambiar en su vida activa con respecto al entorno, en proceso de cambio cada vez más acelerado, tanto en lo tecnológico como en lo organizativo. Es el trabajador “autoprogramable”, con capacidad para definir objetivos y fuentes de recursos, y de procesarlos. Se trata de un profesional autónomo, flexible, capaz de definir objetivos y de transformarlos en tareas.

b) Dicotomía entre trabajo cualificado y trabajo genérico.


Seguirá existiendo, una masa de trabajadores poco cualificados, ejecutores de tareas simples, que no son remplazados por máquinas inteligentes simplemente por cuestiones económicas. No se trata de un trabajo generado sobre la base de cualificaciones y proceso de la información, sino sobre la ejecución de las instrucciones. Se trata del trabajo genérico. La optimización de recursos del trabajador “genérico” depende de la combinación más beneficiosa en cada momento.

La dicotomía que se está produciendo entre trabajo autoprogramable y trabajo genérico está en la base de la creación de desigualdad social en todas las sociedades en los últimos diez años. Están los Rivaldos del mundo y los pobres “curritos” que sólo pueden aspirar a algo mejor con el paso del tiempo. En términos de ideal social y de igualdad relativa, habría que acabar con el trabajo genérico, trabajo que podemos automatizar, pero que se conserva como emblema de la frontera de la desigualdad. Por ejemplo, la ocupación que más crece en los trabajos de servicios no cualificados es la de vigilantes (cuando en realidad debería ser una tarea de alta cualificación, ya que no se trata sólo de llevar una pistola y tener puntería), sino que, además, deberían ser licenciados en psicología, para saber tratar situaciones violentas. Lo mismo ocurre con los cocineros, una actividad altamente cualificada, a no ser que se trate simplemente de cocinar hamburguesas.

Se produce, por tanto, una transformación de los procesos de trabajo y del proceso organizativo: el trabajador autoprogramable genera valor y el trabajador genérico simplemente ejecuta tareas. A éste último se le paga poco, en función del excedente de trabajo que se genera en el trabajo cualificado. Con ello se rompen los intereses conjuntos de ambos tipos de trabajadores.


El trabajador autoprogramable entra en un sistema de interrelación con la empresa: se le empieza a pagar en relación con los resultados de la empresa en un intento de integración. Las llamadas stock options que tantas bromas generan en España, es un mecanismo muy serio que integra al trabajador en los resultados de la gestión de la empresa. Como, además, la empresa depende del mercado financiero (ya no hay grandes empresas familiares sino empresas que cotizan en bolsa), el proceso productivo pasa por una serie de accionistas que a su vez son trabajadores. Por otro lado, esos trabajadores autoprogramables tienen sus propias estrategias individuales: obtienen el máximo valor de la empresa, tanto en términos de conocimiento como en términos de capital, para organizar su propio sistema de acumulación individual. Salen de una empresa, crean otra, cambian a otra empresa, y finalmente se rompe el vínculo trabajador-empresa.

Según la encuesta del mercado de trabajo realizada el pasado año en California, un trabajador tradicional es aquel que trabaja a tiempo completo, con contrato indefinido y en una empresa de más de tres años. Sólo un 33% de los trabajadores de California cumplen estos tres criterios. Si a ello añadimos el criterio de tener más de dos años de antigüedad en la empresa, sólo hay un 22% de trabajadores. Es decir, estamos pasando a un mundo de trabajo extremadamente individualizado y cambiante.

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